| 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏. |


 | Capítulo 1. | 

General

La alarma sonó, 10 minutos antes de las 6 de la mañana. Mientras el sonido se propagaba por toda la habitación, a su lado se encontraba una azabache con la mirada fija al techo.

No sabía cuánto había pasado pero la alarma seguía y seguía, lo único que pudo sacarla de su trance fueron los golpes a la puerta.

—¡Hinata! ¡Detén esa cosa ya! Todos ya despertamos si te lo preguntas.

Y de repente, sólo cesó el sonido.

—Regreso a clases… —dijo sin mucho ánimo la azabache, siguiendo en su cama, pero con la mano todavía puesta en el despertador.

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| Capítulo 1. Regreso a Clases. |
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General

El timbre sonó y todos los estudiantes salieron de sus aulas hacia el descanso.

—¡Gracias a Dios!, ya no aguantaba estar encerrada en esas cuatro paredes con la voz de ese tipo.

—No exageres, ¡apenas es el primer día! Guarda eso para la semana que viene.

—Es que no puede ser, acabamos de entrar y ya tarea, ¿qué acaso ya se les olvidó lo que es ser joven?

Las risas de esas dos jóvenes se escucharon junto con el cerrar de sus casilleros.

Al lado de ellas estaba una pelirosa, revisando su bandeja de mensajes, aunque la verdad no tenía nada nuevo, simplemente era para no parecer una estúpida esperando parada a que esas dos jóvenes se fueran para poder acceder a su casillero.

Apenas cerró la puerta cuando una mano la tomó del hombro, haciendo voltearse.

—Hermanita—dijo con una sonrisa fingida la rubia—, necesito dinero.

—¿Y? —le contestó la pelirosa—Mamá te dio lo suficiente para esta semana.

—Qué graciosa. —seguía sosteniendo la sonrisa—Pero no es para mí, sino para Lori.

—Ya te dije que no… —pero la rubia la agarró de la muñeca y la aproximó hacia ella.

—Escucha, sé de tus cicatrices en las piernas y sabes que papá se pondrá furioso y te pueda hacer una más grande si se llegase a enterar. —se lo dijo al oído—Así que decide.

La ojijade se le quedó viendo por unos segundos hasta que sacó de su bolsillo unos billetes y se los entregó a su hermana sin dejarla de ver.

—Muchas gracias, hermanita.

—Gracias, niña. —dijo otra rubia, caminado detrás de Hotaru.

En otro lado del pasillo, se encontraba una azabache que observaba de lejos al grupito de su hermanastra, esperaban a alguien fuera del baño.

—¿Todo salió bien? —preguntó una pelirroja.

—Sí, —dijo Shion, saliendo sonriente del baño—tuviste que verla cómo quedó.

—¿Qué acaso no sacaste foto?

—Claro que sí, pero no es lo mismo que en persona. —el grupo de chicas se fue riendo por todo el pasillo hasta las escaleras que llevaban a la azotea.

Hinata se dirigió silenciosamente al baño y al entrar se topó con una pelirroja de cabellera alborotada, tratando de limpiar sus lentes con la blusa, estaba empapada.

 —¿Qué quieres, fenómeno? —preguntó al percatarse de la presencia de la Hyuga por el espejo—¿Vienes a reírte de mí o qué?

—N-No… —dijo negando con la cabeza—Quiero ayudarte…

Apenas se dirigía hacia la pelirroja cuando ésta misma apartó la mano de la ojiperla.

—Si quieres ayudarme haz que tu hermana desaparezca o se largue de aquí—le dijo mirándola fijamente—, todos estaríamos mejor en esta escuela si ella y su grupito no volvieran a aparecer.

La chica abandonó el baño, dejando sola a la azabache, quien fue a apoyarse al lavabo, suspirando.


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—La regla de la cadena es… ¡Karin!, ¿qué te pasó?

—Eso qué importa… —se sentó al lado suyo, no tan cerca, ya que seguía mojada.

—¿Sara y sus amigas de nuevo?

—Pfff… —rodó los ojos y alzó los hombros.

La castaña apartó sus cosas y sacó de su mochila un pañuelo para ofrecérselo a la pelirroja.

—¿Qué haces? —la miró molesta.

—Si es que te puede ayudar en algo…

—Déjame en paz.

Entonces la castaña se puso de rodillas y empezó a posar el pañuelo en el cuello de la pelirroja, absorbiendo la humedad.

—Eres necia. —dijo la ojirojo.

—Y patética. —completó.

—Tienes razón, en lugar de ir a la biblioteca a hacer tus deberes, vienes aquí, atrás del cuarto de limpieza.

—Porque si lo hago en la biblioteca me encontraré a Mikoshi.

—¿En serio que sigues con la pena? —sonrió la pelirroja.

—Claro que sí, ¿cómo se le ocurre declararse ahí?, y así.

La risa de la pelirroja se hizo presente.

—¡No te rías! —la castaña apartó el pañuelo y le dio un pequeño latigazo con éste en la espalda—Fue demasiado vergonzoso.

—Si estarte esperando afuera de la biblioteca con un gran ramo de rosas y encima hincado lo llamas vergonzoso, déjame decirte que totalmente tienes razón. —seguía riéndose.

—Por dios, ni me lo recuerdes, ¡hasta la presidenta vio todo el escenario!

—¿La amargada esa? —paró de reír poco a poco—¿Qué tiene?

—No le digas así, es buena persona.

—¿Acaso has hablado con ella?

—No… Bueno, parece ser buena persona.

—Claro, tan buena persona como lo es Sara y su compañía.

—Ya basta, Karin.

—¡No sabemos nada de esa rubia! Sólo que se la pasa trabajando día y noche en la sala de delegados—se cruzó de brazos—, apuesto a que se entretiene muy bien.

—¿De qué hablas? —se le quedó viendo la ojinegra.

—Ya sabes… Se la pasa siempre con los otros jefes de grupos, que son la mayoría hombres, por lo que…

—¡Ay, ya! —le volvió a dar un latigazo con el pañuelo, pero ahora más fuerte.

—Es la verdad, de alguna forma se le tiene que quitar el estrés a nuestra señorita presidente.


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En un aula se encontraba una rubia de ojos aguamarina acomodando unos documentos.

—Hola, Tema. —dijo la pelirroja de ojos cafés, recargándose en el marco de la puerta.

—¿Qué quieres, Tayuya? —preguntó sin verla, casi sobresaltándose de que estaba muy concentrada.

—Vine a revisar si ya tenías los documentos que la directora Senju te pidió. —cruzó los brazos.

—Ya, aquí están. ¿Te los pidió? —preguntó viéndola.

—No, pero te recuerdo que los quiere antes de salir, junto con los expedientes de los alumnos que serán intercambiados para la siguiente semana.

—Ya casi tengo los expedientes, los estaba terminado de acomodar. —siguió en lo suyo.

—Pues espero que sea rápido, ya sabes que no le gusta esperar. —frunció el ceño—Tampoco quiero que nos llamen la atención por tu culpa como la otra vez.

—Ya dije que tuve una emergencia familiar y por eso tuve que salir temprano.

—Al menos nos pudiste haber avisado por el chat grupal, ¿sabes? Y así hubiéramos podido organizarnos mejor los demás y yo para evitar el disgusto de la vieja.  

—Te intenté llamar varias veces para avisarte, pero nunca respondiste. —puso otras carpetas en la orilla de la mesa, listas para llevar.

—Pues perdóname, pero no soy la única aquí, además, estaba muy ocupada dirigiendo a los demás, haciendo tú trabajo. —le apuntó con el dedo.

—Tayuya, mejor vete, ya casi es hora de salir y dices que la directora Senju no le gusta esperar, —le señaló el monto de carpetas—ahí están los expedientes, listos y ordenados como los pidió.

Tayuya se enfadó y se acercó a la rubia de manera brusca, la agarró por el cuello y no dejó que se moviera.

—Escúchame bien, si vuelves a hacerme quedar mal frente a los demás, soy capaz de acabar contigo, poco a poco. —soltó una risa antes de soltarla.

Antes de irse, Tayuya tiró las carpetas que había en la esquina de la mesa para darle más batalla a la rubia.

«Cuenta hasta cien…» Se decía a sí misma.


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Continuará...

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