| 𝐏𝐫ó𝐥𝐨𝐠𝐨. |
| Prólogo. |
El cansancio estaba ganando conmigo, mis párpados se sentían pesados, empezaba a ver doble, sentía que mi cabeza se iba a estrellar contra el teclado hasta que…
—Mei.
La mano de mi jefe se posó sobre mi hombro.
—¿Diga, señor?
—Te ves cansada, puedes retirarte a descansar.
—Pero todavía me faltan unos documentos por revisar…
—Haz lo que te digo, por favor.
Cerré los ojos y suspiré, tenía razón, me moría del cansancio.
—Muy bien, lo haré.
Con una sonrisa cansada tomé mis cosas y me despedí de mi jefe.
Al salir de la oficina me detuve en la recepción al ver que había empezado a llover.
—Perfecto…
¿Ahora cómo me iba a volver a casa?
—Mei, qué sorpresa, pensé que seguías trabajando.
—El jefe me ordenó que fuera a casa, creo que mi cara de cansancio dice todo.
Un rayo sonó.
—Se nota que lloverá toda la noche.
Lo que me faltaba.
—¿Quisieras que te lleve?
—No te preocupes, puedo pedir un taxi.
No quería que un nuevo chisme se esparciera en la oficina. No otra vez.
—Insisto, no es ningún problema para mí.
Y la lluvia no paraba, no tuve de otra mas que aceptar.
Ao sabía la dirección de mi casa, por lo que al subir al coche fuimos directamente.
Durante el trayecto hablábamos sobre cosas del trabajo y un poco de nuestra vida diaria.
—¿Cómo están tus hijos?
—Oh, están bien… Han llevado muy bien el duelo.
La muerte de mi exmarido, el padre de mis hijos, había sido un golpe demasiado fuerte en la familia, aunque ya no regresara a casa a dormir, seguía estando presente de alguna u otra forma en la vida de mis hijos, en la mía…
—Me habías dicho que su madre se había ido a vivir con ustedes desde el deceso de su hijo, ¿no?
Koharu, mi exsuegra, se había venido a vivir con nosotros por unas semanas mientras se le pasaba el luto, pero la cosa empeoró, su salud complicó a los pocos días de morir su hijo, el único, por lo que casi la obligué a que se viniera a vivir definitivamente con nosotros, ¿qué haría ella sola en su pequeño departamento ahora que no tenía a nadie a quien esperar?
Además, era la única familia que le quedaba a mis hijos por parte de su padre.
—Sí, mis hijos estaban de acuerdo con la decisión así que no es un problema en la casa.
—Me alegra escuchar eso.
La sonrisa de Ao era linda, no pude evitar tampoco sonreír.
Al hacerlo volteé la cabeza para que no me viera, nos habíamos detenido en un semáforo en rojo, la lluvia seguía y seguía, en ese momento se había detenido otro carro al lado nuestro, del mío, como en el otro carril había alcanzado más, la parte trasera del auto se detuvo a la par mía.
Un rayo alumbró por un microsegundo el cielo.
Y por alguna razón que no puedo explicar, porque no sé lo que pasó, mis ojos fueron directamente a la ventanilla de aquel coche, los vidrios eran opacos, casi no se podía ver en su interior, sentía algo que me atraía, alguien en su interior quizás…
Pero al sentir el arranque del carro de Ao fue como despertar de un trance.
—Llegamos.
—Gracias por el aventón.
—No hay de qué, nos vemos mañana en la oficina, buenas noches.
Antes de abrir la puerta de mi casa, esperé a que Ao se fuera, cuando lo perdí de vista ingresé a mi recinto, siendo recibida al instante por mi suegra.
—Buenas noches, señora Koharu.
—¿Podemos hablar, Mei? Tus hijos ya están dormidos, no te preocupes.
Dejé mis cosas en el sillón y nos dirigimos al comedor, sentándonos frente a la otra.
—Mei, he pensado durante mucho tiempo, eres joven y no se me hace justo que desperdicies el resto de tu vida estando sola, tus hijos ya están grandes, le has guardado luto a mi hijo, aunque se hayan divorciado y eso lo aprecio mucho, la verdad, pero… Es hora de que busques a alguien con quien compartas tu vida.
¿A dónde quería llegar?
—A lo que me refiero es… que inicies una nueva relación con alguien.
¿Emparejarme con alguien? ¿Sería ya tiempo de rehacer mi vida con alguien más? ¿Estaría lista acaso?
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Un hombre rico pretende a una viuda de clase media, pero la familia de ésta le parecerán un obstáculo, por lo que planeará el cómo quitarlos de su camino.
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Próximamente…
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