| 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏. |
| Capítulo 1. |
General
Un joven corría desde la entrada de la hacienda hasta la casa grande.
—¿Qué pasa, Mikoshi? —un anciano que pasaba por ahí se detuvo.
—Debo despertar al señor. —el joven de anteojos apenas pudo articular.
—Él ya está dormido, y sabes que en su estado no puede agitarse.
—Lo sé, pero... —tomó aire—Su nieta está aquí.
El anciano abrió en grande los ojos.
—¿La señorita Sakura está aquí?
Asintió. —Sí y no sólo es ella, viene acompañada de otras dos señoritas.
—Si es ella daré la señal para que le abran las puertas.
—Pero el señor debería saberlo, ¿no? Hace mucho tiempo que no la ve.
El hombre con canas pensó por un momento. —El señor está muy delicado, será mejor sorprenderlo en la mañana, —hizo una pausa—eso sí, se sigue despertando antes de que salga el primer rayo de sol.
—De acuerdo. —el joven iba a retirarse, pero se detuvo de nuevo—Pero… ¿Sí le podríamos avisar al joven Kenji, no?
—Sí, a él sí, ve por él, —una sonrisa apareció en su rostro—de seguro se le quitará el sueño en cuanto vea a la señorita Sakura de nuevo.
—Y puede que en una de esas y hasta sale con esposa. —dijo el joven campesino.
—¿A qué te refieres, chico?
—Ya se lo había dicho, la señorita viene acompañada de dos jovencitas, así que en una de esas y el joven Kenji logra asentar cabeza con alguna de ellas, ¿no cree? —terminó de decir con una sonrisa.
—En lugar de decir esas cosas mejor ve a dar la orden para que las dejen pasar. —por el tono en que lo había dicho el viejo se notaba que le había molestado lo dicho por el chico.
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| Capítulo 1. Una Bienvenida Problemática. |
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Hinata
Habíamos viajado por unas cuantas horas, la verdad es que el rancho no quedaba muy lejos de la ciudad, o por lo menos no tanto como lo había pensado.
Aplaudo la resistencia que tiene Sakura, manejar casi toda la noche sin cabecear y sin cafeína de por medio, yo no había aguantado más de dos horas seguidas, por otro lado, Ino se la pasó dormida todo el viaje, espero que no se moleste cuando la tengamos que despertar.
—Ah, Hinata, —Sakura me vio por el retrovisor—te has despertado ya.
—Sí… Sólo dormí como una hora, pero todo bien.
Desde que subí al coche me había dedicado a mirar por la ventana, recordando todo lo vivido en el instituto.
—Es hora de despertar a esa cerda—refiriéndose a Ino—, ni loca la cargaré hasta su habitación.
Al parecer nos habían recibido, abrieron las grandes rejas del lugar y pasamos, todavía nos tardamos unos segundos más en llegar hasta la casa, que era más bien una mansión, eso sí, estaba un poco descuidada…
—Sea bienvenida, señorita Sakura. —un chico con anteojos circulares hizo una pequeña reverencia.
—Mikoshi, no es necesario. —le respondió Sakura, con una pequeña sonrisa.
—Es que usted es la nieta del señor Daimyo…
—Aunque sea la hija del presidente no permitiré que tengas tantos modales conmigo, somos casi de la misma edad, Miko.
—Bueno… Si usted me lo pide- —en ese momento llegó un señor de edad grande.
—Sakura, cuánto tiempo.
—Oh dios… ¡¿Ebizo?! —Sakura fue corriendo a darle un abrazo—¡Te extrañé tanto!
—Todos te extrañábamos por aquí, Sakura.
Una voz varonil se había unido a la conversación.
De las escaleras fue bajando un chico de cabellera rubia y ojos negros, por sus ropas y la hora que era apostaba que estaba durmiendo.
—Kenji… —Sakura se separó de aquel hombre mayor y se le quedó viendo fijamente al rubio recién llegado.
—¿Y? ¿No le vas a dar un abrazo también a tu ÚNICO primo? —resaltó la palabra “único”.
—Tonto… —lo abrazó.
—¿Cómo sigue mi tía? —preguntó el rubio en cuanto se separaron.
—Igual de necia. —sonrió Sakura.
—Igual que la hija. —un golpe en la cabeza por parte de Sakura recibió, pero no le impidió seguir burlándose.
—Bueno, muchachas, apuesto a que están cansadas del viaje y que querrán dormir, así que Mikoshi las llevará a sus habitaciones para que puedan descansar. —dijo el hombre mayor.
Ino bostezó. —Sí, por favor…
—Pero, ¿y mi abuelo?, ¿lo puedo ver? —preguntó Sakura.
—El señor Daimyo sigue dormido, es mejor que lo dejes dormir, ya mañana lo sorprenderás con tu llegada.
—Bueno…
—Señoritas, —nos llamó la atención el chico de anteojos—por aquí, por favor.
Las tres seguimos escaleras arriba al castaño, dejando en la sala al primo de Sakura junto aquel hombre.
No sé porqué me da la impresión de que algo no le querían decir a Sakura, pero bueno, mejor no meterme en asuntos familiares.
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Sakura
A la mañana siguiente fui por las chicas a sus habitaciones para bajar juntas a desayunar y presentarlas a mi abuelo.
—Buenos días, señoritas, —saludó Mikoshi—¿durmieron bien?
—Sí, muchas gracias por recibirnos. —agradeció Hinata.
—¿Y mi abuelo dónde está? —pregunté, buscándolo por todos lados.
—Ah pues…
Notaba a Mikoshi nervioso, no quería decirme la verdad.
—Mikoshi, —me llevé la mano a la cadera—¿pasa algo, verdad?
—Sakura—interrumpió Ebizo—, tu abuelo está en su habitación.
—¿Por qué?, si a él le gusta comer en la mesa.
—Sobre eso… Es mejor que vayas a hablar con él lo más rápido posible.
Lo miré fijamente y decidí volver a subir hasta su habitación.
Aunque ya habían pasado varios años desde que vine aquí, todavía me acordaba dónde quedaba su habitación; al estar al frente de la puerta sentí que todas mis emociones se revolvían, ¿por qué?, no sé.
Respiré profundo antes de girar la perilla de la puerta y… ahí estaba él.
—¿Quién es?
—Abuelo… Soy yo, Sakura, tu nieta—cerré la puerta detrás de mí—, no me digas que ya no me recuerdas.
—¿Sakura?... ¿Qué haces aquí? —parecía que estaba haciendo un gran esfuerzo en fijar su mirada en mí.
—Es una larga historia, —rodé los ojos sonriendo—pero vine a quedarme un tiempo aquí, contigo.
—¿Qué?, pero si tienes que ir a la escuela, ¿tu mamá lo sabe?
—Digamos que sí, —me senté en la esquina de la cama—obviamente no le hizo mucha gracia que pausara mis estudios, pero entendió que era lo mejor.
—Bueno, por lo menos tendrás unos cuantos años más para escoger a lo que te dedicarás.
—Sólo será un año.
—Pero el instituto son tres años, ¿no?
Me quedé callada, ¿de qué hablaba?
—Ah… Abuelo, iré a la universidad, no al instituto.
Se sorprendió. —¿Ya lo acabaste?
Algo no andaba bien.
—Abuelo, ¿estás bien?
—Sí, ¿por qué la pregunta? —sonrió.
Me quedé pensando por unos segundos.
—¿Recuerdas cuándo fue la última vez que vine aquí?
—Pues… fue hace… —pensó por unos segundos, mirando a la nada—el año pasado, ¿no?
No, fue antes de que entrara al instituto, hace unos tres años.
—¿Cómo se llama tu yegua favorita?
—Akari… Que por cierto, ya no la he visto, ¿tú sabrás dónde está?
Esa yegua lleva muerta hace años…
—Abuelo, Akari murió hace cuatro años.
En ese momento, la sonrisa leve que tenía mi abuelo fue desvaneciendo poco a poco.
Suspiró. —Es inútil que siga fingiendo…
—Abuelo, —me le acerqué más—¿qué está pasando?
—Ya estoy viejo, Sakura, sólo era cuestión de tiempo que me empezara a cobrar los años en la memoria, a lo que desencadenó en problemas con la hacienda.
—¿Pero cómo?, si hace poco parecía que las cosas iban bien.
En eso, me acordé de la hacienda vecina, los Senju, nuestros rivales.
—¿Y los Senju? —pregunté, pero otra voz se hizo cargo de responderme.
—Los Senju es la nueva familia quien manda en este pueblo. —era Kenji—El hermano menor de Tsunade, Minato, es el nuevo alcalde.
No puede ser posible…
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Continuará…

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