| 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏. |
| Capítulo 1. |
General
En los suburbios de la ciudad se encontraba una azabache terminando de hacer el desayuno para su familia.
—Me tengo que ir. —aparece un rubio de ojos azules, acomodando el cuello de su camisa.
—Pero yo- —la interrumpe.
—Hoy tengo una importante junta con una gente que puede traerme grandes beneficios.
—Bueno... —la azabache baja la mirada—Te deseo suerte entonces.
Cuando la ojiperla se acercaba a darle un beso de despedida, su marido esquivó su tacto.
—No tengo tiempo la verdad, voy tarde. —recoge sus cosas y sale del departamento.
—Menma...
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| Capítulo 1. Lunes. |
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General
La azabache sale del departamento a tirar la basura cuando se encuentra a una pelinaranja.
—¡Hinata!, cuánto tiempo sin verte. —saluda.
—Hola, Sasame—asiente con la cabeza—, ya sabes que me la vivo encerrada con los niños.
—Siempre los tienen ahí, ¿acaso Menma quiere ahorrarse lo de la escuela? —se inclina de lado contra la pared.
—No es eso, sólo que... —tarda unos segundos en responder—como a él lo educaron en casa, quiere que sus hijos sean educados de la misma manera. —terminó diciendo.
Sasame asintió, entendiendo.
—Bueno, cada quien decide sobre lo mejor para sus hijos, aunque yo no pienso que la educación en casa sea lo mejor para ellos.
—Yo tampoco, pero es mi esposo y es el que provee, así que no me queda más que obedecer.
—Hmmm... —se queda pensando, desviando la mirada.
En eso, la atención de ambas se centra en la rubia recién llegada.
—Agh... Otra vez viene tomada esa tipa. —Sasame hizo una mueca de desprecio mientras miraba a la platinada—Sin duda no tiene vergüenza.
Hinata no dijo nada, se limitaba a ver con lástima a la mujer de coleta alta quien intentaba subir las escaleras hasta su departamento.
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Cuando la rubia llegó a su piso, abrió la puerta y pasó torpemente, tratando de no hacer ruido para los demás vecinos.
La luz se enciende, haciendo que soltara una queja.
—¿Dónde estabas? —una voz masculina se hizo presente.
—Sh-Shin… ¿Qué haces despierto a estas horas?... —preguntó.
—¿A estas horas? Ino, son las nueve de la mañana, ¡es lunes!
—Ah, ¿ya tan pronto?- —la rubia fue interrumpida por el agarre del peligris.
—¿Por qué vienes apestando a alcohol? —preguntó de manera mandante y serio, apretando el delicado brazo de la mujer.
—¿De qué te quejas si así me conociste y así te gusté? —dijo zafándose de su agarre.
—Estás muy equivocada, Ino, esta no es la clase de mujer que me enamoró hace años atrás.
—Pues sorpresa… Ya no soy la misma.
El hombre bufó, dándose por vencido de la situación.
—Mejor ve a llevar a Inojin a la escuela… —dijo la platinada.
—Inojin ya está en la escuela, yo mismo lo llevé.
—Pero tu trabajo…
—Ruega al cielo de que no me vayan a despedir por este retraso, y todo por tu culpa. —el hombre salió, cerrando con llave, dejando a la rubia sola en la sala.
—Idiota… —dijo la mujer entre dientes, aún sin recobrar al cien sus sentidos.
Y así se tambaleó hasta llegar a su habitación, echándose boca bajo en la cama.
Al final tenía razón, qué le importaba.
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En otra parte de la ciudad, una joven castaña se encontraba jugando con su hijo.
En eso suena el teléfono de casa.
—¿Bueno? —contesta.
—Buenas tardes, somos del grupo Nova, pedimos la presencia del joven Lee en alguna de nuestras sucursales más cercanas a su domicilio, primer aviso, gracias. —colgaron.
Cuando volvió el teléfono a su lugar, la castaña se quedó pensativa por unos momentos más.
¿Para qué querrían a Lee en el banco?
—¿Mamá? —la voz de su hijo hizo que regresara en sí—¿Podemos seguir jugando?
—Claro. —vuelve con él.
Tras otra ronda de juegos, el niño poco a poco empieza a tener sueño y al primer bostezo, su madre lo carga y lo lleva hasta su habitación.
Al dejarlo en su cama, la castaña cierra suavemente la puerta y va hacia el balcón, prende un cigarrillo y se pone a fumar.
Cuando libera el humo baja la cabeza, encontrándose a su vecina del piso previo regando las plantas.
«Siempre tan productiva... mientras yo...» Volteó a ver lo que tenía en su mano. «Estoy aquí desperdiciando mi tiempo...»
Al ir a la mitad del cigarro, lo apaga y vuelve al interior.
«Debería leer un libro.» Pensó, volteando hacia la estantería de la sala. «¿Pero qué? Todos los he leído.»
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Mientras tanto, una rubia terminaba de regar sus plantas, volvía la regadera a su lugar y con toda la serenidad del mundo sacaba de su bolsillo una caja de cigarrillos y prende uno.
Se recarga en el balcón, admirando la tarde, recordando la discusión que tuvo con su hija momentos atrás.
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—¿Te crees grande ya? —hablaba la rubia mayor—¿En qué estabas pensando cuando llevaste esto—mostraba la cajetilla de cigarros—a la escuela?
—Ay, por favor, mamá, es sólo tabaco.
—¿Y tú sabes leer, no? —señalaba las letras de la pequeña caja—¿Qué dice aquí? "Para mayores de dieciocho años", ¿verdad?
—Tsk... —la joven rubia volteaba los ojos, mirando a otro lado.
—¡Ey! —tomó su barbilla con la mano, obligándola a voltear—Cuando una persona te está hablando la miras a los ojos, o al menos a la cara, ¡y no le volteas los ojos! —la soltó—Mucho menos a mí que soy tu madre.
—Le haces mucho al drama sólo por esto, mamá, —bufó—mi padre no la armaría tanto.
—¡Pero ahora él no está aquí! Así que yo soy la que manda.
—¿Qué se le puede hacer?... —dijo por debajo—¿Ya me puedo ir?
La rubia sólo señaló hacia la habitación de la adolescente sin decir una palabra.
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Es así que cómo obtuvo esa cajetilla de cigarros.
En eso se acuerda de la carta que le llegó en la mañana, venía desde su aldea natal, enviada por su propio padre.
"... te necesitamos urgentemente en la aldea...
Atte. Sabaku No, Rasa."
Recordó esa línea que venía en la carta.
De repente, el teléfono empezó a sonar.
—¿Sí, diga?... —cerró los ojos con pesadez, dejando escapar un suspiro—Voy para allá.
Era sobre su hija, Yodo, había vuelto a tener una pelea con un compañero.
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Una pelirosa se encontraba dándose un baño en la tina con ayuda de su madre.
—La noticia de que iba a ser varón dejó encantada a toda la familia—sonrió la mujer mayor—, nos tomó por sorpresa a todos, especialmente a Itachi.
La mujer en la tina apenas esbozó una sonrisa desganada de lado.
—Sí... después de tantos intentos, por fin le daré el varón que tanto ansiaba.
—No te deprimas, querida, le hará daño al bebé.
La mujer rubia ayuda a que salga de la tina, volviendo a la habitación, al mismo tiempo en que entran las demás hijas de la pelirosa.
—¿Y ustedes qué hacen aquí? —les preguntó su abuela—¿No tienen tarea o qué?
—Ya la acabamos. —respondió una de las niñas.
—¿Ah, sí? Eso lo quiero ver. —en cuanto se dirigía a la puerta, otra rubia entró a la habitación.
—No te hagas la recta, que tampoco eras tan obediente de niña. —dijo la recién llegada.
—Mamá, te había dicho que te encargaras de las niñas, Sakura necesita descansar, hoy tuvo un largo día. —respondió la madre de la pelirosa.
—Sí, lo sé, pero tampoco les puedo negar que la vean.
—Tsunade, —aunque fuera su nieta, a la rubia ojimiel le gustaba que la llamara por su nombre—no me lo tomes a mal, pero en este momento sí necesito descansar.
Y no mentía, su rostro reflejaba agotamiento, ¿que qué había hecho ese día?, nada más una entrevista y una conferencia, cada una de extremo a extremo de la ciudad.
—Entiendo, niñas, vamos a la sala de juegos. —no faltó decir más para que entendiera.
Las tres niñas se despidieron de su madre y se fueron.
—Yo también te dejo descansar, hija, tu padre me habló para ir a cenar, —mira el reloj de su muñeca—todavía tengo tiempo para llegar a la casa a cambiarme.
—No te preocupes—sonrió—, que te vaya bien, disfruten.
Tras escuchar la puerta de la habitación cerrarse, Sakura prendió la televisión mientras se terminaba de vestir.
"—… ¡Y cómo vuela el tiempo! Con tan solo treinta semanas de embarazo, la famosa modelo y actriz, Sakura Senju, ha seguido activa dando entrevistas, aquí en el foro se le aprecia bastante, pero, ahora que acabe su permiso de maternidad, ¿su desempeño en el set y pasarelas será lo mismo?..."
Escuchaba, el hecho de que su carrera esté entredichos la ponía tensa, no era para menos, si desde su primer embarazo le llegaron las dudas gracias a este tipo de notas.
Se había dedicado al medio de entretenimiento desde que tenía 6 años, así que le debía toda su fama a su físico más que a nada.
Al terminar de vestirse, se pone una bata y va hacia el balcón de la habitación, tan pronto como salió sus cabellos acariciaron sus mejillas movidos por la brisa fresca de la noche.
En eso ve desde la altura un camión de mudanzas aparcado en una de las mansiones que estaba en venta hace poco.
«Una nueva familia se muda al vecindario...» Sonrió de lado. «Me pregunto qué tipo de gente serán.»
Tras este pensamiento, siguió admirando el cielo nocturno.
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Los hombres terminaban de bajar las cosas del camión ingresando a la nueva residencia "Sabaku No".
—¿Crees que la casa estará lista para el jueves? Me muero de ganas por invitar a mis amigas a que la conozcan. —la castaña volteó a ver a su marido—O el fin de semana, ¿te parece bien?
Pero el castaño estaba atendiendo una llamada que no puso atención a lo que le dijo su esposa.
—Bien, yo te hablo cuando vaya en camino, bye. —colgó y guardó el teléfono—Me surgió un viaje de imprevisto hacia el estado vecino, mañana tendré que irme a primera hora, como todavía no es tiempo que la servidumbre empiece a trabajar te pediré que me tengas listo mi ropa para mañana temprano, ¿oíste?
—Sí, cariño, lo que tú digas. —asintió con una sonrisa.
El castaño se dirigió hacia la casa con gesto cansado, mientras que la ojiónix no hacía más que ansiar el día de mañana a que le dieran los resultados de embarazo.
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Continuará…
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